Aviesas intenciones
Pablo apoyado en una palmera, quién sabe sí con aviesas intenciones…
Fotografía: tomada en Cayo Zapatilla, pequeña isla del archipiélago de Bocas del Toro. Panamá.
Pablo apoyado en una palmera, quién sabe sí con aviesas intenciones…
Fotografía: tomada en Cayo Zapatilla, pequeña isla del archipiélago de Bocas del Toro. Panamá.
“Si tuviera que retomar la enseñanza, me plantearía como alternativa el suicidio”. Esos es lo que digo a mis antiguos compañeros de profesión, exagerando un poco, como cualquier andaluz que se precie. Me explico. Creo que ahora me costaría adaptarme al nuevo tipo de relación que se ha establecido entre educadores y niños, y lo que a veces es peor; con los padres de algunas criaturas. Suelen ver éstos últimos al docente como un enemigo, un advenedizo incapaz de entender al pequeño tirano que están criando. Si hay conflicto, no tendrán dudas, su vástago es la víctima. Poco importará que éste sea un mocoso que no sabe ni dónde tiene la cara. Quizás parezca pesimista, pero mucho me temo que irá a peor.
He acudido a numerosas fuentes para hacer una descripción detallada y ordenada de la carretera panamericana, pero ha sido una tarea baldía, imposible. Aunque la mayoría sitúan su comienzo en el kilómetro cero de la Alaska Highway, otros discuten donde termina. Los más aventureros o soñadores sitúan su final en la hermosa y enigmática Bahía Lapataia en Tierra del Fuego, Argentina. Otros, más rigurosos y comedidos, no se atreven a tanto y no pasan más allá de Buenos Aires. Y por último, los más pesimistas y tiquismiquis, los aguafiestas de turno, no pueden olvidar que además de lo anterior, en realidad no es una carretera “completa”, pues hay un tramo de aproximadamente 100 km. en Panamá, en la que queda cortada; el llamado Tapón de Darién, un bosque tropical virgen casi infranqueable. Hay que saltar hasta la frontera con Colombia, para reencontrarnos de nuevo con su trazado. En fin, como podéis cotejar, un lío.
Si andas atento, siempre encuentras algún momento mágico en los viajes. A veces, éste consiste en una luz especial, un fulgor que inunda una escena dándole un carácter único y singular. Otras, en la imagen de una persona, alguien en la que atisbas un universo para ti ajeno y desconocido. En ocasiones, en una conversación insólita, inesperada o absurda… En mi último viaje, una amiga comentó esta deliciosa historia mientras comíamos.
Esto del autorretrato ha existido siempre, pero en la actualidad y tras popularizarse la expresión anglosajona “selfie”, se está convirtiendo en una pandemia. Te llegan al correo electrónico, teléfono, redes sociales…, vamos, un tormento. Habrá que tomarlo con resignación pues no parece que la cosa vaya a ir a menos. Yo, por sí acaso, me he agenciado una estampa tamaño XXL del santo Job. Veremos si funciona…
Cayo Zapatilla es una pequeña isla que pertenece al archipiélago caribeño de Bocas del Toro en Panamá y lugar de visita obligada para los turistas que se alojan en la ciudad. La excursión de día completo se contrata con touroperadores locales a precios bastantes asequibles. Suele incluir el viaje en lancha, actividades de buceo en zonas de coral, avistamiento de delfines (se necesita un poco de suerte), observación de “osos perezosos” (por qué se llaman de esa manera es un misterio ya que en realidad son monos) y un almuerzo ligero. En todo momento se va acompañado de un guía que dirige y supervisa las maniobras, por lo que la sensación de seguridad es absoluta.
El Canal de Panamá es considerado como una de las obras de ingeniería más importantes de la historia. Seguramente concebida por los descubridores españoles que llegaron a América, sabedores de las ventajas que aportaría una vía de agua que conectara los océanos Atlántico y Pacífico, hubo que esperar hasta finales del siglo XIX para ver el comienzo de las obras. Tras no pocas vicisitudes, entre las que se encuentran la muerte de miles de trabajadores debido a enfermedades tropicales y paludismo, el Canal de Panamá inicio sus actividades en el año 1914.
Mujer con rulos esperando pacientemente a que el cabello se pliegue a sus deseos. La joven, seguramente con más sentido práctico, ha resuelto la cuestión con algo que en los toros llaman “faena de aliño”: moño en la parte de atrás que se ejecuta en un “pis pas”.
Fotografía tomada con permiso de la mujer y, viéndole la cara, con su complicidad.
Ese día teníamos previsto visitar la ciudad vieja de Panamá. Por la mañana tomamos nuestro “busito” y siguiendo las indicaciones del navegador, llegamos sin demora hasta una zona que presentaba un aspecto anárquico y descuidado. Parecía un lugar interesante y prometedor para la fotografía. Aparcamos en el primer hueco que vimos y comenzamos nuestra caminata en sentido contrario al que veníamos. Acertamos. El casco viejo es un agradable barrio lleno de calles limpias y vida animada, rebosante de casas, habitualmente de dos pisos, impregnadas de vivos colores. Da la sensación de que libra una batalla por mantenerse en pie y recuperar parte del antiguo esplendor perdido. Son muchos los edificios que se encuentran en rehabilitación, obras que muestran claramente la apuesta que hacen los panameños por recuperar una de las principales señas de identidad de su ciudad.
La ciudad de Panamá ofrece al visitante que llega por primera vez, una panorámica espectacular, una imagen de una urbe moderna y vanguardista que lucha por situarse como referencia entre los países de su entorno. Impulsada por un gran centro financiero y de negocios internacional, por los beneficios que recoge del incansable tráfico del cercano Canal de Panamá y por un turismo que encuentra cada vez mejores infraestructuras a precios muy competitivos, su futuro se antoja prometedor.