Cáceres
Cercana, pero poco conocida. Así podríamos definir la situación de la Comunidad Extremeña hasta hace muy poco tiempo; la de una tierra llena de atractivos turísticos pero muy poco conocida
Cercana, pero poco conocida. Así podríamos definir la situación de la Comunidad Extremeña hasta hace muy poco tiempo; la de una tierra llena de atractivos turísticos pero muy poco conocida
El otro día estuve hablando un rato con mi amigo Javier (Socram) y le comenté que me gustaba esta foto, pero que no sabía por qué. El echó un rápido vistazo a la imagen y en un santiamén contestó -está claro; las personas parecen notas sobre un pentagrama-.
Conclusión primera: es evidente que tiene mucha más imaginación visual que yo.
Conclusión segunda: será menester volver a preguntar en caso de duda.
Getaria es una pequeña población vasca conocida por ser la ciudad natal de Juan Sebastián Elcano, el primer hombre que consiguió el reto imposible, en aquellos tiempos, de dar la vuelta al mundo. Otra referencia importante de la ciudad es Balenciaga, probablemente el diseñador más importante que ha dado la moda española y que cuenta con un pequeño museo en la villa. A los dos anteriores se ha sumado recientemente un tercero, su aparición en la divertida y exitosa película “Ocho apellidos vascos”. Son pocos los que la han visto y no se han quedado prendados de sus paisajes, impelidos por un deseo irrefrenable de contemplarlos personalmente.
Hubo un tiempo en el que Granada fue el centro de un imperio como no habían conocido los siglos. Allí, en el recinto de La Alhambra, decidió Carlos V construir un palacio que mostrara al mundo el poderío de un monarca que se sentía universal. Este palacio fue definido con razón como el ombligo del mundo… ¡Y no era exageración andaluza!
Plaza de Santa María, el corazón de la ciudad medieval de Cáceres.
Inaugurada en el año 1851 como un embarcadero, la estación de Atocha ha sido la protagonista indiscutible del desarrollo del ferrocarril en España. En la actualidad se ha convertido en un moderno y complejo nudo ferroviario que atiende a tres tipos de viajeros; los que utilizan el AVE, los trenes convencionales de Larga Distancia, y los que prestan servicios de Cercanías. Sería más exacto decir que, en realidad, son tres estaciones distintas que comparten espacios comunes.
La fiesta del Cascamorras, declarada de “interés turístico internacional”, se celebró este año el 9 de septiembre, cumpliendo con una tradición centenaria. Para los que no conozcan la historia, os copio el relato que se hace de la misma en la página web de la Hermandad.
El origen de esta tradición popular se remonta al final del siglo XV y principios del XVI, tras la reconquista de Granada por los Reyes Católicos.
Existen varias versiones de cómo sucedieron los hechos, pero la más extendida cuenta que un agricultor vecino de la ciudad de Guadix, llamado Juan Pedernal, se encontraba trabajando la tierra en el término municipal de Baza, en el lugar donde hubo una antigua ermita mozárabe, cuando al dar un golpe de azada descubrió una pequeña imagen de una Virgen que se conoce desde entonces como la Virgen de la Piedad.
Desde que el presidente americano Bill Clinton afirmara que el atardecer más hermoso del mundo era el que se veía desde el Mirador de San Nicolás, en el barrio del Albaicin, son legión los turistas que acuden cada tarde a este lugar para comprobar por sí mismos la veracidad de sus palabras. Pocos quedan decepcionados, especialmente si el tiempo acompaña y se muestra generoso con la luz. A última hora de la tarde, más que iluminar el monumento, parece que lo acaricia bañándolo con un suave manto de oro.
Una leyenda dice que bajo La Alhambra hay enterrado un tesoro lleno de monedas de oro que todavía no ha sido encontrado. Viendo el atardecer desde el Mirador de San Nicolás es fácil pensar que quizás la leyenda está equivocada y en realidad el tesoro no es otro que la luz que cada atardecer ilumina la fortaleza.
El acueducto de Segovia es una de las obras más importantes que nos legaron los romanos durante su feliz estancia en la península Ibérica. Sorprende su excelente estado de conservación, hecho inusual visto el tiempo transcurrido desde su construcción hacia finales del siglo I después de Cristo, hasta nuestros días. Vamos, un montón de años. Quizás la razón que ha propiciado tal longevidad se deba al ya comentado sentido práctico de los romanos; cuando construían algo se hacía pensando en que debía durar y ser útil a la comunidad. ¡Y vaya si lo consiguieron! Ha estado en uso hasta hace pocos años.
Existe la creencia de que los romanos construían acueductos para transportar el agua debido a que no conocían el principio de los vasos comunicantes. Nada más lejos de la realidad. El tema es mucho más prosaico. No disponían de la tecnología adecuada para construir tuberías capaces de soportar las altas presiones necesarias para transportar el agua y salvar los acusados desniveles del terreno. Así que para qué complicarse la vida. Disponían de una legión de esclavos que trabajaban sin rechistar de sol a sol -en aquella época los derechos laborales quedaban todavía un poco lejos-, y el tema de los materiales lo resolvían utilizando piedras de canteras próximas. Vamos, está claro que los romanos eran una joya…, aunque no se yo sí los esclavos estarían de acuerdo con esta apreciación.
Una de las ventajas del fin de semana es que dispones de más tiempo para hojear la prensa sin prisas. En el suplemento dominical de El País me he encontrado hoy con una frase que había olvidado. Pertenece a la excepcional novela de Marguerite Yourcenar “Las memorias de Adriano”. La excusa perfecta para retomar el libro, abrirlo al azar y demorarte unas horas leyendo una de las obras que, según los entendidos, mejor analiza el ejercicio del poder y sus consecuencias.
A lo que iba, que empiezo a divagar más de la cuenta. La frase era: “Los viejos dioses habían muerto y los nuevos no había llegado todavía. Hubo un momento en el que el hombre estuvo sólo”. Así parece que andamos ahora, preñados de incertidumbres y sin ninguna certeza a la que agarrarnos.